martes, 13 de marzo de 2007

Hablando de Martes 13...

No es que una servidora sea supersticiosa. En realidad, las únicas supersticiones que me llaman la atención son las relacionadas con el dinero. Pero últimamente estoy muy tentada a creer que efectivamente, el martes 13 es de mala suerte. Dícese que fué un Martes 13 de Agosto de 1521 cuando cayó Tenochtitlán, y desde entonces es para nosotros una fecha maldita.

Y maldita está resultando en efecto porque, como de costumbre, justo cuando se desata la tormenta que había permanecido agazapada, los que tenían toda la información están ausentes.

Nada más imagínense esto: una persona le dice al cliente que su producto ya está terminado, y que puede instalarse cuando él quiera, ok? No le dice nada al jefe del proyecto, que anda muy quitado de la pena porque no le han dado ni confirmación del mismo. Y yo muy contenta, que no sabía nada del maldito asunto. Pos todo bien, ¿no?

Y de repente, nos sale el cliente con que quiere su producto. Hacemos el jefe de proyecto (que no está en la oficina) y su segura servidora todas las llamadas y enlaces necesarios... y ¡oh, sorpresa!: el producto NO está listo y ni a golpes se puede entregar en tiempo. Ya os imaginaréis, mis queridos lectores, el pánico que nos entró. Para acabarla de amolar, le tocó a su humilde narradora tener que hablar con el cliente, teniendo que poner cara de palo, demostrando su total ignorancia del asunto y rogarle y chillarle para que nos conceda un plazo.

Y el colmo de todo, me reporto con el jefe y salgo regañada, porque me dice que ni era para tanto el pánico. ¡Pues claro! Como no se tuvo que chutar la resoplada en las orejas, pos la mensa soy yo, ¿verdá?

Lo único bueno es que por fin tengo toda la información y ya puedo sacar esto del hoyo. Pero la verdad, el próximo martes 13 que me encuentre en el calendario, me traigo mi pata de conejo. De perdida.

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