miércoles, 28 de marzo de 2007

De vuelta del Infierno a la Rutina

El temido viaje con la compañía ha terminado. Sin un minuto de descanso, hemos regresado del infierno de la tortura calisténica a la odiosa rutina del escritorio y la inercia porque, como sabía que sucedería, nada ni nadie ha cambiado. Seguimos siendo los mismos, solo que más morados y más tiesos (por los golpes,el ejercicio y el triste catarro que trae media compañía).

Estos cursitos de "Experiencia Vivencial" tal vez pudieran tocar a gente menos experimentada, pero este viejo lobo de mar tiene ya demasiado colmillo como para aceptar recibir "atole con el dedo". La programación neurolingüística, la aceptación del yo, la inteligencia emocional, etc.,etc., no son nuevas para mí, gracias a Dios, por lo cual me es posible mirar desde las alturas (como el buitre) y percatarme de lo que realmente vive y de lo que cojea.

Quisiera poder relatar todas y cada una de las chocoaventuras vividas durante este viaje, pero necesitaria más tiempo para escribirlas todas, y no deseo agotar al hipotético lector. Que quede clarísimo que fuí, participé y regresé con un conocimiento nuevo: dentro de mi organización, ni soy la más negativa, ni la más quejica, ni la que canta peor. Por lo menos hay una o dos cabezas de piedra debajo de mi peldaño.

En resumen, regreso golpeada, agotada y decepcionada. Tanta sangre para nada, porque los que ya sabíamos algo, no aprendimos nada nuevo, y los que no sabían nada, todo les rebotó en sus cráneos de granito. Nomás nos descubrimos algunos nuevos vicios. Nomás trajimos nuevos elementos con qué seguir afilando las tijeras de destazar. Nomás trajimos más chiles pa'la salsa con la que desarrollamos nuestras gastritis cotidianas.

Lo único chistoso que me pasó fue que, tras dos días de tener para mí solita una cama matrimonial, la primera noche que dormí con mi mareadito me caí de la cama. Como se oye. Me caí de la cama y me puse un santo batacazo, amén de terminar con un oído lleno de ceniza del cenicero que cayó conmigo y encima de mí. No sé todavía si lo que despertó al bello durmiente fué el ruido del trancazo o la sarta de maldiciones que emití.

Ahí se los dejo, para que se rían un rato.

jueves, 22 de marzo de 2007

Conteo Regresivo a la Dimensión Desconocida

Conforme avanza el reloj, nos acercamos a la horrenda perspectiva del viaje con la compañía. Ya están listas mis maletas, y qué bueno que lo hice con suficiente antelación, porque acabo de caer en la cuenta que olvidé la mitad superior de mi piyama, así que aún tengo tiempo de empacarla.

La sola idea de tener que poner buena cara y fingir entusiasmo ha bastado para quitarme el sueño por tres noches consecutivas. Un compañero me dijo, con cara de sorpresa: "¿No has podido dormir? Bah, esto no es para preocuparse. Para preocuparse si tuvieras 16 hijos y cuatro perros que alimentar".

Y probablemente tiene razón. Supongo que debo agradecer el tener tan pocas cosas de qué preocuparme que me permite concentrar toda la preocupación en una 'pequeñez'.

Pero aún así, no puedeo evitar sentirme molesta ante la perspectiva de tener que compartir una habitación con otro ser humano que no sea mi mareado (la generalidad de los seres vivos no me molesta; mi gato también duerme en mi cama. La bronca es que sea un extraño). O sea, va a estar de "Risa en Vacaciones" que traten de despertarme a almohadazos a mitad de la noche porque ronco como hipopótamo varado.

Faltan 14 horas y 20 minutos para iniciar el viaje a la dimensión donde todo el mundo observa, analiza, finge, critica, se ríe, oculta que se come los mocos... un viaje donde todo puede ser verdad o mentira... ¡La Dimensión Desconocida! (por lo menos para mí)

lunes, 19 de marzo de 2007

El odioso lado alegre de la vida

"En un barco de vela, un pesimista se queja de los cambios del viento; un optimista esperará a que cambie el viento... Un realista, reorientará las velas".

No hay nada más odioso en el mundo que, siendo una persona racional que ha analizado todos los ángulos posibles de una mala situación sin encontrarle uno solo bueno, tenga que oír los nefastos clichés optimistas que la gente bienintencionada y metiche suele decir.

Frases tales como: "Déjate llevar", "relájate y disfruta de la experiencia", "a lo mejor le encuentras algo bueno", etc., repetidas ad nauseam realmente pueden ponerme enferma, como expresiones de la más absoluta desidia mental.

Si se trata de verle el lado positivo a algo que aparenta no tenerlo, mi filosofía es verlo por el lado malo: ¿podría haber sido peor? Si la respuesta es afirmativa, automáticamente nuestro cerebrito establecerá la conexión correcta y daremos gracias al Altísimo porque en efecto, NO nos fue PEOR.

La resignación borreguil definitivamente no se hizo para mí. Aceptar pasivamente los conflictos de la vida podrá brindar paz a algunas almas inocentes, pero condescender con situaciones que se encuentran en abierto enfrentamiento con los paradigmas que hacen a una persona ser un individio me resulta tan repugnante como aceptar los avances sexuales de un desconocido en un pesero.

Por otra parte, si la persona se está quejando de algo, es porque tal vez, y solo tal vez, esté buscando una visión extra muros de la tacita de agua donde se está ahogando. ¡Quiere resolver el conflicto! Y siendo tal mi caso, no me ayuda para nada que insistan en que ponga una sonrisa idiota ante lo "inevitable". ¡Lo que quiero es una maldita idea para zafarme del problema! Es una absoluta crueldad y falta de sensibilidad que le exijamos a cualquier individuo que ponga una buena cara ante la adversidad. Porque ni siquiera somos sinceros: le decimos a la persona que se "ponga de buenas" sólo porque nos molesta su zumbido de mosca, no porque realmente queramos que se sienta mejor. La cruda realidad es que eso nos resulta totalmente indiferente. Y la prueba es que, días después de habernos chutado todo el rosario, ¿alguien se molesta en preguntarle al quejoso si resolvió su problema?

Lo cual me confirma por enésima vez en mi teoría. Si alguien se está quejando, quiere una de tres cosas: desahogarse, tu lástima o una idea que lo saque del hoyo. Pero la mayor parte de los mortales ignora totalmente la distinción. Solo ven la queja.

P.S.: He de dejar constancia que UNA sola persona me dijo algo realmente útil: "Mírale el lado bueno; por lo menos no se trata de un viaje a la playa". ¡Algo así es lo que quería oír!

viernes, 16 de marzo de 2007

Los horrores de mi trabajo - Ley de Murphy en operación

Una de las cosas que más odio es tener que dedicarme a algo que no es lo mío por dinero. A pesar de estar cualificada como Asistente-Secretaria-Recepcionista, definitivamente no es algo que haga con verdadera pasión. Sin embargo, dadas las circunstancias, tiene que hacerse pa' poder ganar mis tres tortillas en lo que regreso a mi vocación, que es enseñar.

Aparte de este horror, la Ley de Murphy es una constante en el lugar donde trabajo. El ejemplo más reciente es "Cuando el Jefe esté de viaje, totalmente incomunicado, indefectiblemente surgirá algo que requiera su inmediata atención personal". No importa si está en Querétaro o en Europa, la relación entre la gravedad de la situación es directamente proporcional a la dificultad para contactarlo (en castellano, mientras más difícil sea comunicarse con él, más crítico se presentará el problema).

Lo peor del caso es que está desarrollándose un axioma totalmente nuevo: "mientras más crítico sea el problema a resolver, mayor será la ignorancia sobre el mismo de los que se queden para resolverlo". Por supuesto, no quiero decir que todos los que laboramos aquí seamos una punta de papanatas, sino que el grado de desinformación respecto a las situaciones potencialmente críticas es absolutamente abismal. Nadie parece tener toda la información concentrada en una sola persona, por lo que los pobres lelos que tenemos que lidiar con el problema tenemos que recolectar las migajas y pedazos para reconstruir el cuadro y poder poner la solución o un pretexto coherente con lo que se le haya dicho al interfecto en cuestión.

En fin. Supongo que ejemplos como éste abundan. "Si olvidas el celular, todo el mundo te llamará"; "cuando necesites algo de la papelería, se habrá agotado"; "el incremento en el número de llamadas es directamente proporcional al tiempo que te falte para salir", etc. Por lo menos ahora sabemos que el fenómeno existe y podemos utilizarlo para tratar de implementar una política de acción-prevención que nos ayude a amortiguar los peores trompazos. Aunque también es cierto que "cuando quieras usar la Ley de Murphy para tu provecho, no funcionará".

Qué paradoja, ¿verdá?

miércoles, 14 de marzo de 2007

Partido de Quejicas Vocingleros (PQV)

El Partido de Quejicas Vocingleros fue fundado recientemente por su segura servidora para englobar a todas las personas que tenemos algo de qué quejarnos. Viviendo en un país como éste, donde la ignorancia, la desidia y la decadencia (deberíamos organizarles su partido, me cae) son el pan nuestro de cada día, la queja viene de propina. Como dije antes, existen dos alas en este partido: los moderados y los extremistas. Hoy describiré a la persona que hemos designado como presidenta del ala extremista. Comencemos con una definición:

Se define al Quejica como aquella persona que se queja con frecuencia o exageradamente.
(Esto es, la persona que no tiene nada más que decir que puras quejas sobre todo y sobre todos.)

Todos conocemos personas así: el primer comentario que escuchamos de sus bocas es algo negativo, ya sea el clima, el tránsito o la condición en que se encuentran. Un simple "¿Cómo estás?" puede convertirnos en escuchas forzosos de todo un rosario de miserias. Cierto es que todos queremos compartir con un oído semi amistoso las pequeñas molestias del diario devenir, pero cuando te topas con alguien como "La Señora" (para proteger la intimidad de las personas se han suprimido los nombres, je, je), realmente te dan ganas de tronarte dos cuetes en las orejas para no volverla a escuchar jamás.


La Señora llegó a esta oficina contratada a través de otra empresa (¡ah!, el maldito outsourcing!) para auxiliar con la limpieza de la oficina por las tardes. Y dado el grado de relajación con que se trabaja aquí, pos como que agarró confianza. Ahora, nadie sabe cómo batearla cuando se acerca a los escritorios a contarnos con lujo de detalles todas las penalidades por las que pasa la pobrecita mártir.


Fue elegida para la presidencia de los extremistas por su innegable capacidad de convertir un simple comentario casual en un motivo para quejarse. Su probada habilidad para encontrarle un problema a cada solución ha apurado la paciencia del más santo en esta oficina y su profesional técnica para no asumir su parte de la responsabilidad en la solución de los problemas y permanecer en el mismo círculo vicioso la han impulsado meteóricamente como ejemplo preclaro del Quejica Vocinglero.

¿Y por qué Vocinglero? Porque no hay nada más delicioso para este tipo de personas que quejarse, y quejarse en voz alta. En realidad, que alguien de hecho les escuche les resulta intrascendente; lo que quieren es el público. No importa si, para hacer evidente tu intención de ignorarlos, tienes los ojos y la atención puesta en tu libro o tu monitor: ellos seguirán hablando y hablando y hablando. No importa tampoco que tu respuesta a su incesante bordoneo de mosca sea un aburrido "ajá" o una propuesta de solución: seguirán clavados declamando su rollo hasta que logres desaparecérteles de enfrente o algo más requiera su atención.

Gracias a Dios, La Señora solo viene por las tardes, que si tuviera que aguantarla todo el día, ya me hubiera arrojado por una ventana.

martes, 13 de marzo de 2007

Hablando de Martes 13...

No es que una servidora sea supersticiosa. En realidad, las únicas supersticiones que me llaman la atención son las relacionadas con el dinero. Pero últimamente estoy muy tentada a creer que efectivamente, el martes 13 es de mala suerte. Dícese que fué un Martes 13 de Agosto de 1521 cuando cayó Tenochtitlán, y desde entonces es para nosotros una fecha maldita.

Y maldita está resultando en efecto porque, como de costumbre, justo cuando se desata la tormenta que había permanecido agazapada, los que tenían toda la información están ausentes.

Nada más imagínense esto: una persona le dice al cliente que su producto ya está terminado, y que puede instalarse cuando él quiera, ok? No le dice nada al jefe del proyecto, que anda muy quitado de la pena porque no le han dado ni confirmación del mismo. Y yo muy contenta, que no sabía nada del maldito asunto. Pos todo bien, ¿no?

Y de repente, nos sale el cliente con que quiere su producto. Hacemos el jefe de proyecto (que no está en la oficina) y su segura servidora todas las llamadas y enlaces necesarios... y ¡oh, sorpresa!: el producto NO está listo y ni a golpes se puede entregar en tiempo. Ya os imaginaréis, mis queridos lectores, el pánico que nos entró. Para acabarla de amolar, le tocó a su humilde narradora tener que hablar con el cliente, teniendo que poner cara de palo, demostrando su total ignorancia del asunto y rogarle y chillarle para que nos conceda un plazo.

Y el colmo de todo, me reporto con el jefe y salgo regañada, porque me dice que ni era para tanto el pánico. ¡Pues claro! Como no se tuvo que chutar la resoplada en las orejas, pos la mensa soy yo, ¿verdá?

Lo único bueno es que por fin tengo toda la información y ya puedo sacar esto del hoyo. Pero la verdad, el próximo martes 13 que me encuentre en el calendario, me traigo mi pata de conejo. De perdida.

lunes, 12 de marzo de 2007

Planeta Quejas

Ya tenía yo pensado seguir en esta onda de los blogs, pero no estaba segura respecto a algún otro tema para comentar. Y resulta que, después de días de no poder escribir nada en inglés porque todo me había salido chueco y no quería poner cosas negativas, me decidí a iniciar otro, en español, que es mi lengua materna, y que se dedique a todas las cosas horribles que suceden en la vida.

Ya lo dijo el inmortal Francisco Gabilondo Soler, alias "Cri-Crí",en boca de Periquín Plumero: "Hay temperamentos muy extraños,dice. Muchos tienen salud, tienen trabajo, y si no están como para arrebatar en la pantalla, siquiera caminan derechos y peinan copete, pero lamentan su suerte. Otros son listos; juegan al tú por tú con los logaritmos o con los idiomas, mas viven amargados y creen que nadie los comprende. Los pobres anhelan dinero; los ricos crían úlceras para crear más dinero y los millonarios tienen unas tragaderas que ya quisieran los hipopótamos. Hijo mío, nacerás en un mundo extraño. Aquí nadie esta conforme; el planeta Tierra debía llamarse planeta Quejas".

Psicológicamente hablando, la queja moderada tiene un valor como liberador del estrés y coadyuvante en la capacidad de análisis de un problema. Cuando ésta se vuelve masiva y crónica, se torna en un delicioso dolor de cabeza para todos los que rodean al quejoso, lo cual encuentro particularmente divertido siendo que yo también pertenezco al Partido de Quejicas Vocingleros (PQV), en el ala moderada cuyo lema es "me quejo pa' ver cómo ch****os lo resuelvo", contraria al ala extremista cuya motivación es "quejarme pa'que me hagas caso, güey".

Así que el día de hoy comienzo con una queja grande: ¿por qué dejamos todo en manos de otros en el último triste minuto?

La cosa empezó así: mi jefe se iba de viaje a Gringolandia el domingo, así que necesitaba rentar un coche. En lugar de encargármelo a mí, que ya tengo experiencia en eso de las reservaciones, se lo encarga a otro cuate de la oficina. Pa' no hacer el cuento largo, algo en la reservación salió mal, y el jefe quiere que le reembolsen su lana, porque no pudo hacer uso del vehículo. Se le encarga al cuate que hizo la reserva que lo resuelva, ¿no?. Tuvo toda la maldita mañana para encargarme que hablara a Inglaterra (¿a quién carambas se le ocurre reservar un carro en el UK en primer lugar?) y le ayudara a resolver la bronca, pero noooooooooo. Se esperó exactamente hasta la una de la tarde que salía a carretera para hablarme desde el celular y encargarme el trabajo sucio, con apenas dos horas de intervalo para tratar de resolverlo por el horario del otro lado del charco. Qué lindo, ¿no? Y si no se logra el reembolso, seguro me carga el muerto a mí.

Me he pasado medio día muerta del coraje. O sea, no me molesta ayudarle con la bronca en la que se metió. lo que me pone hidrófoba de rabia es que no me avisara con suficiente tiempo y claridad para trabajarlo a gusto.

A ver en que termina este desastrito.

Por otro lado, tengo varias cosas atoradas en el buche, las cuales enumero a continuación, para desarrollarlas a gusto cuando tenga más tiempo y hacerla más emocionante. Las primeras son:

1. La Presidenta del Ala Extremista del PQV en mi oficina
2. Los horrores de mi trabajo
3. Los vecinos del edificio donde vivo
4. La falta de práctica en el uso del cerebro entre mis compañeros de trabajo
5. El méndigo viaje de trabajo que me tendré que chutar en fecha próxima

Procuraré no repetirme respecto a lo que ya he mencionado en otro lado, así que ahí me quedo por el momento. Y todo el que se quiera quejar de algo, pos es bienvenido.


P.S: tomamos la cita dando los créditos y sin afan de lucro