Estoy de vuelta, más brava que nunca y con mejores razones que antes.
Estoy HASTA LA SANTA MADRE de que el pinche gobierno nos diga y nos imponga lo que tenemos que hacer y no hacer, y ellos no cumplan su parte del trato. YA BASTA.
Estoy hasta el santo y reverendo COPETE de los no fumadores que se burlan de nosotros los fumadores por su pinche ley que restringe mi libertad de elección. Y pregunto qué es más peligroso: ¿el exceso de orden o el exceso de libertades? Pregúntenles a los españoles en la época de Franco.
El gomierdo me restringe mi libertad de elección con una ley estúpida y sin opciones, que no incluyó campañas para promover la renuncia al vicio ni me tomó en cuenta, y sin embargo IGNORA BLATANTEMENTE el cumplimiento de las leyes que promovió en el pasado; así nomás, de memoria, LA LEY DE CULTURA CÍVICA, para quitar a los malditos parásitos franeleros; LA LEY FEDERAL DE TRANSPORTES, para eliminar a la mafia de los vagoneros y puestos ambulantes en paraderos del metro; EL NUEVO REGLAMENTO DE TRÁNSITO para castigar a los pendejos distraídos que van hablando por celular mientras conducen, taxistas incluídos, que les vale madre la seguridad de su pasajero; EL BANDO DOS, que prohibía los megadesarrollos habitacionales como Parque Polanco, y por ahí debe haber un millón de etcéteras que no recuerdo.
No se vale, conciudadanos. Si yo como ciudadano normal, común y corriente acato las leyes, ¿por qué el gobierno no hace su parte, caramba? Nomás nos meten y nos meten el palo, y nosotros felices, por lo visto, porque no hacemos nada, ni pasiva ni activamente.
A lo mejor esto no sirve de nada, pero prefiero actuar, aunque sea pasivamente y desde el escritorio, y no quedarme calladote como tantos borregos.
¡MUERA EL MAL GOBIERNO!
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