viernes, 16 de noviembre de 2007

Cuando me muera, nadie me va a extrañar

Evidentemente, cuando este pedazo del universo deje de existir (para siempre, porque no creo en que haya "vida después de la muerte"), el resto del mismo no va a dejar de girar.

He tratado de hacer un poco más resonante mi voz a través de la blogósfera, pero ya nadie me pela, lo cual no es reproche ni queja, sino la mera constatación de un hecho. Siempre he dicho que, aunque la más grande potencia del universo es el individuo, al final éste no cuenta. Sólo las masas, y éstas son estúpidas. Qué paradoja, ¿verdad? Y que conste que a nadie en particular estoy llamando estúpido. Son los grupos de personas los que me producen esa sensación.

Será que ando clavadísima en la depre porque nada me ha salido como yo quiero. No puedo evitar recordar las sabias palabras del insigne Athos al cuasi-imberbe Artagnan: "La vida es un rosario de miserias que el filósofo va pasando con la risa de la indiferencia". ¿Qué le va a importar al resto del mundo que un solo individuo viva o muera cuando tantos están afligidos? Y por favor, no me refiero a lo de Tabasco (¿a quién se le ocurre construir sobre un pantano, por amor de Dios? El que por su gusto es buey...), sino a la porquería que llena el mundo en general.

Ha de ser por eso, por esa conciencia de la futilidad y fragilidad de la vida, que he dedicado la última mitad de mi vida al sibaritismo, a tratar de sacarle el máximo placer posible, pero últimamente tampoco me ha ido muy bien con eso, porque sí es cierto que el dinero habla, y lo único que me dice últimamente es 'Adiós', el muy hijo de p***.

El tedio, el desorden, la desesperanza realmente pueden minar gravemente el ánimo de cualquiera, y el mío se encuentra asediado y bajo fuerte ataque. Supongo que sólo necesito un par de días para recargar las pilas, porque como dice Eric Draven, "it can't rain all the time", no puede llover todo el tiempo, pero yo también estoy sufriendo la inundación, y el agua ya me está llegando a los aparejos.

viernes, 9 de noviembre de 2007

Otra de Marcelito

Esta nota definitivamente sí está genial:

¿A quién desaira Ebrard?
Por: Pepe Grillo
Opinión
Viernes 9 de Noviembre de 2007 Hora de publicación: 00:51

Para no ver al DF bajo las aguas, como Tabasco, Felipe Calderón ordenó obras hidráulicas por 36 mil millones de pesos.
Se harán en esta capital, Hidalgo y el Estado de México.Marcelo Ebrard no reconoce al Presidente, y no asistió al anuncio.
Calderón pidió trabajar ahora que no hay elecciones a la vista.
Porque hay riesgos, pues en 14 años no se dio mantenimiento al canal del desagüe.
Pero Ebrard tiene instrucciones de no trabajar con Calderón, ni en beneficio del DF.

Para eso lo eligieron
Víctor Hugo Círigo, del PRD, es presidente del Congreso del DF.
Con esa investidura, ayer recordó a Marcelo Ebrard, que fue elegido para servir a la ciudad y a sus habitantes.
Lamentó que el Jefe de Gobierno insista en no coordinarse con el gobierno federal.
Le pidió que ante la tragedia de Tabasco, ponga sus barbas a remojar.
Pregunta, si no sirve al pueblo ¿a quién sirve Marcelo?

¿Campaña a favor de López?
Marcelo Ebrard no rechazó que la ayuda que aportaron los capitalinos, la mandó a siete municipios perredistas de Tabasco.
Los escogió por ser los más necesitados, dijo.
Si los siete son los más necesitados, es que son mal gobernados… por el PRD.
Pobres, por culpa de malos gobiernos.
¿No son ineficientes los gobiernos?
¿Entonces Marcelo trabaja para AMLO?

No dejan pasar ayuda
En Centla, Tabasco, los damnificados se quejan:
Los perredistas no dejan pasar la ayuda a sus pueblos.
Se refieren a las comunidades pequeñas de la zona de Chilapa.
Y opinan:
Seguro son órdenes de Andrés Manuel, que a eso no’más vino al estado.
El SOS llegó a Villahermosa, y enfureció a las brigadas de apoyo.

¿Y los diputados del PRD?
Culpan los perredistas a Manuel Andrade y Roberto Madrazo de no haber blindado a Tabasco contra las inundaciones.
Que les dieron el dinero, y no hicieron las bardas de contención de las aguas.
¿Y los diputados locales del PRD qué hicieron?
En 2004 tenían mayoría de 23 de 35.
¿Por que no pegaron de gritos como lo hacen ahora, tras la tragedia?

¿Más mezcla, maestro, o le remojo los adobes?

Tomado de la edición de hoy de La Crónica on line, sin fines de lucro y citando las fuentes

jueves, 8 de noviembre de 2007

La situación en el Edén da Asco

¡Qué rápidos somos los mexicanos para sacar tanto la plata como el cobre!

La respuesta de todos los estados para auxiliar a los Tabasqueños fue tan copiosa y tan inmediata, que las autoridades no saben qué hacer con ella. Se han acopiado cantidades ingentes de alimentos, leche y artículos de limpieza personal. Cientos de centros de acopio a lo largo y ancho del territorio nacional se han solidarizado con nuestros paisanos que han perdido tantos bienes materiales.

Sin embargo, más tardamos en ir a comprar un paquete de papel de baño y llevarlo al centro de acopio más cercano, que volver a reconocer lo malhoras que somos los Mexicanos. Para empezar, no hay suficiente infraestructura ni logística para canalizar la ayuda. El ejército y el Sistema Nacional de Protección Civil no tienen suficientes efectivos, helicópteros ni lanchas para distribuirla, y mucha gente, a ocho días de la tragedia, no ha visto a los milicos con las despensas más que de lejos, o se les ha dicho que se lancen a los albergues, que allí sí hay comida, o tienen que hacer filas de un kilómetro y medio para conseguir leche para sus hijos.

Claramente se ve que así como no falta el espíritu de heroísmo y solidaridad, no deja de existir el oportunismo que medra en el lodazal (literal y metafórico) de la desgracia ajena. Todos los buitres que roban casas, que cobran los productos a precios francamente abusivos, que aprovechan la impotencia ajena para incrementar su patrimonio personal, como se lee en La Crónica de hoy:

No se lo que piensen los hipotéticos lectores que aterrizasen por casualidad en esta página, pero yo francamente me siento asqueada.
El simple hecho de que las familias se negaran a abandonar sus propiedades en el momento crítico de la inundación ya indicaba, desde que se desató esta contingencia, qué opinion tenemos los mexicanos unos de otros. Y pienso que hay que decirlo todo: somos bien entrones a la hora de los trancazos, pero también somos muy buenos para "patear al perro caído en el agua".